Un veterano embajador europeo con el que coincidí en Argentina y en México me comentó en alguna ocasión: cuando se vive en México y se aprecia la magnificencia de su cultura, sus costumbres, sus tradiciones, su flora, fauna, riquezas naturales que lo hacen uno de los pocos países megadiversos del mundo, se entiende el por qué los mexicanos se sienten tan orgullosos de su país. Para beneplácito nuestro, la observación de mi amigo diplomático es compartida por todos los diplomáticos extranjeros que en algún momento han vivido en México.
El orgullo por México y por nuestra nacionalidad lo llevamos todos los connacionales a donde quiera que vamos. Es un lazo poderoso que nos une y que cada 15 de septiembre nos honra refrendar en las Embajadas y Consulados de México en todo el mundo. Escuchar por primera vez el Himno Nacional fuera de nuestras fronteras produce una profunda emoción, y para quienes hemos tenido el privilegio de dar “El Grito” y encabezar esa magna ceremonia, es inevitable el sentir un “nudo en la garganta”.
Sin duda, cada miembro del Servicio Exterior Mexicano tenemos experiencias propias sobre esa primera vez que escuchamos nuestro Himno fuera de nuestras fronteras. Año con año, los titulares de las Representaciones nos avocamos a la tarea de organizar con mucha antelación las Fiestas Patrias. Nos anima el vivir nuevamente la experiencia de reunir a nuestros compatriotas para enaltecer la fortaleza de la identidad mexicana y compartir ese sentimiento con funcionarios, diplomáticos extranjeros, y amigos de México.
Aun cuando en ocasiones no ha sido o no es posible llevar a cabo un evento presencial o multitudinario, debido a circunstancias políticas coyunturales (países en conflicto) o derivadas de causas fortuitas (pandemia por Covid-19, v.gr.), siempre encontramos una forma de celebrar nuestra Independencia.
En 1990, por ejemplo, de haber contado con la actual tecnología, podríamos haber hecho partícipes a todos los connacionales en Panamá del evento que para conmemorar el Aniversario de la Independencia de nuestro país organizamos en mi residencia particular (como Encargada de Negocios, a.i. desde la intervención de E.U. a Panamá).
En esa ocasión, solamente pudimos celebrar los 7 compañeros de la Embajada y algunos familiares, con la música de un conjunto de mariachis y un grupo folclórico panameño. Afortunadamente, hoy en día las tecnologías de la información y la comunicación nos posibilitan la transmisión del evento que tradicionalmente encabeza el Presidente de la República desde Palacio Nacional, así como las ceremonias que de manera virtual o presencial llevan a cabo las Embajadas y Consulados.
El compartir la celebración de las Fiestas Patrias con los extranjeros invitados nos ha permitido y nos permite también favorecer el acercamiento y la empatía con México y los mexicanos, con la consecuente facilitación de nuestro quehacer diplomático y consular. A manera de ejemplo, vale mencionar que hace más de 20 años, cuando tuve la gran oportunidad de servir a México como titular del Consulado de México en San Bernardino, California, y Las Vegas, Nevada, E.U., fue motivo de gran satisfacción para el Consulado el haber hecho posible, por primera vez, la presencia oficial de México en Las Vegas a través de la celebración del Aniversario de la Independencia de nuestro país, en un prestigiado hotel de esa ciudad.
No es usual que el Jefe de Estado en el país acreditante honre con su presencia la celebración del más importante hecho histórico para los mexicanos. Es conocido que la Embajada en Cuba se engalanó con la presencia del Comandante Fidel Castro, quien en su momento se unió a la celebración mexicana. De esa deferencia, seguramente algunas otras Representaciones han sido objeto, entre ellas nuestra Embajada en Colombia por parte del entonces Presidente Ernesto Samper.
Para quienes hemos servido en Centroamérica podemos constatar que la hermandad y el afecto que nos une con los pueblos de los países de la región es enorme. Compartimos lazos geográficos, históricos, culturales y étnicos y conmemoramos, al igual que varios de ellos, el inicio de nuestra Independencia.
Quizá por ello la nostalgia y añoranza por nuestro lugar de origen se diluye ante el sentimiento compartido al escuchar el sonido del mariachi, de la canción “Mi ciudad” interpretada por Viola Trigo en la residencia de México en Managua, y los apasionados vítores ante las arengas en la ceremonia de “El Grito”.
Encabezar esa ceremonia en Nicaragua hace algunos años fue particularmente emotivo por la presencia excepcional del Cardenal Miguel Obando y Bravo (QEPD) “Prócer Nacional de la Paz y la Reconciliación” de Nicaragua. El hoy extinto Cardenal Obando se unió entonces al evento de conmemoración con los mexicanos residentes, y la asistencia de varios Ministros de Estado, autoridades militares, integrantes del cuerpo diplomático acreditado, empresarios, artistas, intelectuales y otros amigos de México quienes se dieron cita en el Teatro Nacional Rubén Darío para presenciar un concierto mexicano interpretado por la Camerata Bach.
Este 15 de septiembre, todos los mexicanos nos unimos en un abrazo fraterno donde quiera que nos encontremos. El orgullo de ser mexicana, mexicano aflora en nuestra piel y nos ha llenado nuevamente de emoción presenciar la Ceremonia de “El Grito” donde la arenga a los héroes que nos dieron Patria y Libertad será siempre para los mexicanos la expresión de identidad, unidad, fortaleza y solidaridad que nos caracterice.
Por la Embajadora Columba Calvo Vargas