La experiencia que cambió mi vida

La experiencia que cambió mi vida

¿Quién soy? Nací en México, pero crecí en Estados Unidos. Nunca quise elegir entre ser mexicana o estadounidense. Me clasifico como 100% mexicana y 100% estadounidense.
He sido parte de estos dos mundos y siempre he querido descubrir mis raíces para ser la mejor versión de mí misma. He estado expuesta a las costumbres y los valores de cada cultura y así es como vivo cotidianamente.

Sin embargo, noté que me identificaba más con mi lado estadounidense. Cuando apareció la oportunidad de participar en el programa de Inmersión Cultural y Voluntariado en 2019, me emocioné por lo que implicaba en mi vida. Esta era una posibilidad para poder conectarme más con mi lado mexicano.

Después de participar en el programa, pude apreciar mis raíces que tanto busqué a lo largo de mi vida. Encontré personas con antecedentes similares al querer encontrar su identidad.
Los primeros días anduvimos explorando y conociendo la Ciudad de México, visitamos el Palacio Nacional, Templo Mayor, Xochimilco y hasta fuimos a la Lucha Libre. La mayoría de nosotros nunca habíamos ido a estos lugares.

Después nos dividimos para ir a nuestros estados asignados, a mí me tocó ir al mejor estado de la República: Michoacán.

Había viajado a Michoacán antes, a mi ranchito en Tangamandapio, pero durante el programa descubrí un lado nuevo de México que no conocía. Esta experiencia hizo que me enamorara aún más de México. Aprendí sobre la historia cuando visitamos Tzintzuntzan y también Pátzcuaro, la capital de los Purépecha.

Esta conexión me enseñó acerca de mis raíces Purépechas, lo cual me enorgullece. Muchas de las costumbres como el baile de los viejitos, las fiestas del Santo Santiago, los museos de arqueología, el Festival Internacional de Globos de Cantoya o el chocolate Moctezuma.

La experiencia que más me impactó fue durante nuestra visita a las islas del lago de Pátzcuaro. El voluntariado en las islas Yunuén y Pacanda me ayudó a entender sobre las comunidades Purépechas y saber que yo soy una de ellos.

Aunque no me vista o hable igual, la historia está presente, pudimos ser testigo que los niños aprenden purépecha en la escuela y demuestran la importancia de seguir las tradiciones, asistimos a la fiesta del Corpus Christi en purépecha “Kuaninchintska” en Janitzio.

En esto consistía un día en Yunuén, nos levantábamos a las 8 de la mañana para almorzar, siempre era comida para “chuparse los dedos”, como chilaquiles con un cafecito, luego llegaban los trabajadores del banco de alimentos para guiarnos en los trabajos que realizamos, como pintar la iglesia. Después era tiempo de la comida, de relajarse y disfrutar la sopa tarasca y un agua de aguacate.

Al terminar de comer, regresábamos a nuestra labor y para concluir el día pasábamos el tiempo conviviendo con los compañeros y residentes de Yunuén con quienes platicábamos de su día y que nos brindaron mucha hospitalidad.

Ahí estuvimos una semana y fue una experiencia muy emocionante al poder convivir con la comunidad, especialmente con los niños: Adriana, Pancho, Chavo, Regina, Berenice, Mauricio, Janet, Jocelyn, Fredy, Kevin grande y Kevin chiquito. Los niños iban con nosotros a todos lados y nos ayudaban en nuestras tareas con mucho entusiasmo.

Casi todas las noches compartimos tiempo en la cabaña y nos contaban sus historias, nos enseñaron palabras en Purépecha incluyendo; ichúskta, tortilla; uíchu, perro; misitu, gato y hacíamos s’mores en la fogata con galletas “María”, chocolate “Carlos V” y bombones.
También pudimos ir a la casa de las familias para observar sus oficios como preparar pizzas que después vendían y la tirolesa.

Algo que me dejó muy marcada fue cuando una de las niñas, Regina abrió unas “papitas” que le compré en la tienda y le dijo a otra: “mira Isa como huelen las papas.” Ver su felicidad fue algo muy emotivo que me dio más ganas de ayudar a la comunidad y apreciar las cosas que tengo. Nunca olvidaré la convivencia con los niños, el demostrarnos su cariño e interés y mostrarnos su isla tan hermosa.

Definitivamente Michoacán tiene mucho que presumir, cuenta con ocho pueblos mágicos, incluido el maravilloso Pátzcuaro y la comida del estado es deliciosa, disfrutamos de platillos como birria y carnitas de la Piedad con la Red Global MX Nodos México.

Preparamos corundas en Yunuén, me puse a tortear a mano pero no tengo mucha habilidad, tenía que ir frecuentemente a lavarme las manos para que la masa no se pegara a mi mano. Era impresionante observar a las señoras tortear con tanta facilidad.

“Que viva mi tierra Michoacán y denme Charanda pa’ brindar” dice la canción Juan Colorado, nos recibieron en la fábrica Charanda Uruapan donde nos mostraron cómo es producida esta bebida tan reconocida y tradicional.

En Uruapan tuvimos una conferencia con la Secretaría del Migrante en donde conversamos sobre posibles proyectos que vinculen México con Estados Unidos y preguntaron temas complejos sobre ser mexicanos en el extranjero, además de analizar el tema de la migración.
Estuvimos en la inauguración de la exposición de Erika Harrasch “Bajo el mismo cielo”, en la que se destaca la cruel realidad que viven los niños inmigrantes en las instalaciones de la Custodia en la Patrulla Fronteriza de EUA, donde mantienen a los niños con hambre y miedo en celdas divididas con mantas de papel de aluminio como cobijas después de haber sido separado de sus padres.

Esto me hizo reflexionar por qué Estados Unidos permite instalaciones con tanto maltrato a seres que solo buscan una vida con oportunidades.

En otra actividad, nos reunimos con Kybernus, una asociación que impulsa el liderazgo en los jóvenes, fue interesante interactuar con estudiantes que viven en México con quienes pudimos discutir sobre la desigualdad de sueldos entre mujeres y hombres. El concepto era crear un cambio en la forma de pensar a través de la educación. Este problema no solo ocurre en México sino también en Estados Unidos, por lo que pienso que compartir y conversar sobre estos temas ayudan a mejorar la vida en ambos países.

Michoacán está lleno de personas trabajadoras y alegres y por eso estoy orgullosa de ser Michoacana hasta el tope.

Con esta oportunidad pude conocer mis raíces y extender mis pensamientos en la conexión entre México y Estados Unidos, agradezco a todos los involucrados en crear este programa donde estudiantes viven una experiencia única con la que enriquecen su identidad y brindan apoyo a México, el país de nuestros padres y abuelos.

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