Por Vanessa Calva Ruiz
Consulesa de México en Leamington, Canadá
La incorporación de temas LGBT+ en acciones y políticas por parte de México a través de su red consular-diplomática se ha fortalecido de manera importante en los últimos años. Como parte del Mes del Orgullo es importante reflexionar no sólo sobre la atención y acercamiento que se ha tenido con este colectivo y hacia dónde debemos transitar, sino sobre la visibilización y empoderamiento de las personas de esta población que labora en la SRE.
Durante mis adscripciones como Cónsul de Protección (2004-2006) y de Asuntos Comunitarios (2006 – 2011) pude ver las distintas capas de vulnerabilidad que enfrentan las personas LGBT+ en el exterior – no sólo por su orientación sexual o identidad de género, sino por temas migratorios, educativos y económicos – aunado a lo que muchas de nosotras experimentamos al “salir del clóset”: estigma, rechazo, discriminación e inclusive violencia.
Si bien la asistencia y protección consular contempla la atención a todas las personas mexicanas en el exterior sin ninguna restricción, la falta de un marco normativo para la protección de sus derechos se traducía en una falta de reconocimiento, desconocimiento e invisibilización de sus necesidades y ponía barreras en su vinculación con el consulado, particularmente en la posibilidad de contar con documentos mexicanos que reflejaran su identidad sexo genérica correcta.
Fue precisamente a partir de un incidente de este tipo en Los Ángeles que iniciamos un acercamiento con organizaciones de mujeres latinas transexuales a través de una de las agrupaciones que participaban en la Ventanilla de Salud, Bienestar, para establecer puentes de comunicación para conocer y atender sus demandas, y poder construir una relación de respeto.
De alguna manera no estábamos cumpliendo como autoridad por falta de información, sensibilización y empatía para ofrecer una atención digna y humana. Escuchar sobre los distintos retos, abusos, violencia y discriminación que enfrentan por parte de la sociedad y de sus familias, me marcó profundamente. Comprendí que estaba en una posición para generar cambios, y que tenía que dejar atrás el miedo y preocupación sobre el “qué dirán” y contribuir con mi voz y viviencias a la visibilización y reconocimiento de este colectivo.
Con el apoyo de otras personas aliadas abrimos las puertas del consulado a agrupaciones LGBT+ y participamos en el Festival de Pride de Los Ángeles, primera ocasión en la que una representación consular lo hizo de manera oficial. De estas buenas prácticas, y ya como parte de la Embajada de México en Estados Unidos, se organizaron por primera vez seminarios de capacitación sobre temas de identidad sexual, orientación de género; impulsamos la participación en campañas en contra del bullying a jóvenes LGBT y se conmemoró el Día Internacional en contra de la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia.
Atendiendo los cambios legales que ocurrían en nuestro país sobre matrimonio igualitario y acciones a favor de la igualdad y no discriminación, creamos el concepto de “Zona Segura” (desde la entonces Dirección General de Protección para Mexicanos en el Exterior) para transmitir que todas las personas son bienvenidas.
A través de infografías se incluyó por primera vez la bandera LGBT+ en material oficial y se exhortó a que cada representación impulsará acciones e iniciativas locales para reforzar esta noción. Estas muestras de apoyo se visibilizaron aún más cuando se motivó que consulados y embajadas participaran en festivales de Pride como espacios de reconocimiento y vinculación. Y fue en el 2019 que, después de algunos intentos fallidos, por primera vez y de manera oficial e institucional la Secretaría de Relaciones Exteriores participó en la Marcha del Orgullo LGBT+ de la Ciudad de México.
El haber fungido como Directora Ejecutiva del IME, como primera mujer abiertamente gay, me permitió abonar a la rica historia que este Instituto ha acumulado en la evolución de la diplomacia consular, y ejemplifica los mensajes de que la SRE es una Zona Segura.
El IME representa la plataforma natural e idónea para fortalecer y avanzar con las acciones a favor de la inclusión, diversidad e interseccionalidad, a favor de los derechos de todas las personas, y confirmar que la atención a personas LGBT+ es una política institucional.
Ver la bandera LGBT desplegada en la fachada de la sede de la diplomacia mexicana me llena de profunda emoción. Esta clara postura y demás expresiones de reconocimiento a través de carteles de “Zona Segura”, participaciones en marchas del Orgullo y mensajes a favor de este colectivo han tenido un impacto irreversible en la política exterior de nuestro país y en las personas que laboramos en Cancillería. Este es el camino a seguir. Necesitamos continuar impulsando espacios laborales de respeto, diversidad e inclusión para que se beneficie el país con perspectivas y experiencias distintas. A través de nuestras historias podemos reivindicar y contribuir con la visibilidad y empoderamiento de ese colectivo.
Durante muchos años tuve miedo de ser quién soy, temor al rechazo y juicio de otras personas y cómo mi identidad sexual podría impactarme profesionalmente. El apoyo de colegas y de mi familia, la valentía de otras personas LGBT+ y el aprender de sus historias me permitió encontrar mi propia voz y el valor de hablar no sólo por mí sino por otras personas.
Poder celebrar con orgullo que soy una de muchas personas LGBT+ que formamos parte de la Cancillería y que tengo la oportunidad de trabajar a favor de la población mexicana es un enorme privilegio, y seguiremos impulsando acciones de empoderamiento e inclusión en todos los espacios de la sociedad, por nosotras y las que vienen.
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