Los prejuicios, al igual que las balas, matan

Los prejuicios, al igual que las balas, matan

El quirófano es un espacio lleno de secretos, de risas, de compartir bromas, problemas, observaciones profundas y trivialidades mientras enfrentamos el quirófano, un espacio que se convierte en un segundo hogar para quienes escogimos dedicarnos a la cirugía.

La semana pasada como parte de éstos intercambios para reducir el estrés, el tema fue un médico que había sido engañado por su esposa con otra mujer de descendencia afroamericana y que éste al enterarse reaccionó usando los términos “sapatão” y “macaca”  siendo ambos peyorativos,  el primero refiriéndose a la sexualidad  y el segundo a la palabra changa en portugués.  Dichos términos le generaron al médico una orden de aprehensión por homofobia y racismo  por lo que podría quedar preso por algún tiempo.

Las reacciones del equipo quirúrgico fueron variadas, hubo quien celebró el amor en cualquiera de sus manifestaciones,  quien comenzó a hablar de Disney y buzzlightyear, quien condenó la infidelidad, quien hubiera querido participar de un menage a trois, quien celebró que el médico en cuestión estuviera soltero ahora y quien calificó de ridículo y exagerado que se debatiera si una persona va presa o no por llamar a alguien changa, dyke, sapatão, maricón o como fuera, cuando hay muchos problemas para resolver en el mundo.

Hasta ese momento, todo era un simple intercambio de ideas, sin embargo una gran amiga, miembro del equipo quirúrgico,  miembro de la comunidad LGBTQI+, paró lo que estaba haciendo en medio de la cirugía y dijo:

“Con respeto doctor pero usted , como hombre heterosexual, blanco, quien probablemente nunca se ha enfrentado a los prejuicios de la sociedad, quien probablemente nunca tuvo miedo de ir a la escuela porque sería golpeado por que era más femenino de lo “normal” o más “masculina” que las demás o de ser abusada por el solo hecho de ser mujer. Usted simplemente no tiene miedo de mostrar quien es, nunca va a entender el daño físico y moral que hace la homofobia y el racismo a quienes ya lo sufrimos, es un daño que acaba con la persona,  un dolor que incapacita, que mata.”

Esas palabras de Rosangela, nos hicieron a todos pensar sobre el daño que se hace al normalizar conductas, palabras de uso coloquial pero que tienen el poder de disminuir la autoestima de un tercero.

No solo durante  el mes del orgullo,  (nombre atribuido a Brenda Howard, una activista bisexual de Nueva York apodada la “Madre del Orgullo”, quien organizó el primer desfile del Orgullo para conmemorar el primer aniversario del levantamiento de Stonewall en junio de 1969 en Greenwich Village , New York) sino siempre, se deben de aplicar los tres filtros de Sócrates:

  1. La verdad, ¿lo que voy a decir es cierto?
  2. La bondad, ¿lo que voy a decir es algo bueno?
  3. La utilidad, ¿es necesario decirlo?

La conmemoración del orgullo además de dar visibilidad a minorías y conciencia sobre la importancia de la empatía y el respeto, debería servir para que quien nunca fue blanco de prejuicios, homofobia o racismo, reflexionemos sobre que nos da el derecho de coartar la libertad de alguien más de amar, de ser, de vivir.

AMANDO VOY
HAPPY PRIDE

Por: Dr. Luis Fernández de Cordova
Instagram: @ferriomd

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