Hace unos días celebrábamos el bicentenario de la consumación de la independencia. Han pasado 200 años desde la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, y seguimos celebrando con júbilo la libertad y la justicia alcanzada.
Gracias a esa gesta, decía el Presidente de los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador, hoy México es un país libre, independiente y soberano. Y añadía: “un país que se transforma y se esfuerza para alcanzar el progreso y el bienestar de su gente, un país que reconoce en sus héroes y en su historia su indudable grandeza”.
Hay muchas maneras de expresar lo bien que se siente ser mexicano, sin importar donde estés.
Podremos estar de acuerdo o no con las ideas o proyectos de nación, pero siempre nos une el orgullo de pertenecer a este gran país. México es un país diverso y con un universo de posibilidades. Tenemos una vasta historia, un espléndido acervo cultural, tradiciones que no se marchitan y una gastronomía que es patrimonio intangible de la humanidad.
Somos parte de un pueblo que sabe ganarse con dignidad el pan de cada día, construir comunidades fuertes y forjar alianzas. Somos una nación viva con una tierra generosa para propios y extraños. Dentro y fuera del país los mexicanos somos solidarios con quienes necesitan ayuda, educados y formales y sobre todo, somos “luchones” porque no paramos hasta conseguir salir adelante y con la mejor sonrisa.
Cuando andamos fuera del país nos gusta decir: Ninguna comida es como la de México, la danza más colorida es la de México, la bebida más rica la tiene México, no hay paisajes como los de México, las mejores fiestas se hacen en México. Y nos gusta cargar con la bandera mexicana si decidimos marchar a otro país y desde ese momento, no paramos de hablar de la familia, del humor del mexicano, y de las costumbres que nos acompañan.
Desde el momento en que ponemos un pie fuera, empezamos a añorar la salsa roja o verde, el chile piquín, el habanero, los nopales, las habas enchiladas, los chapulines tostados, la birria, el pozole, los tlacoyos, las tortillas hechas a mano y los frijoles refritos.
También nos llevamos las canciones rancheras, las Mañanitas para los cumpleaños y hasta el “El mariachi loco” para bailar en nuestras fiestas, porque las letras y notas de las canciones típicas nos identifican y nos dotan de colosal alegría.
Somos la gente de José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel, Frida Kahlo, Sor Juana Inés de la Cruz, Octavio Paz, Cantinflas, Diego Rivera, José Vasconcelos, María Félix, Alfonso Cuarón, Benito Juárez, Lázaro Cárdenas, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, por citar solo algunos.
Ciertamente es difícil continuar con los vínculos, que a veces se tensan y hasta se rompen, pero hay algunos que inexplicablemente perviven. De esos estamos hablando, de los lazos irrompibles de los mexicanos de aquí y de allá con la tierra que los vio nacer, crecer y puede que madurar. No huelga decir que el orgullo y el sentimiento por nuestra nación es incuestionable.
Hoy y siempre… ¡Viva México!