“Injustice anywhere is a threat to justice everywhere”
Uno de mis primeros recuerdos es cuando comencé la primaria en “Lovell Elementary”, una escuela pequeña localizada en medio de una pequeña ciudad ubicada en las afueras de Orlando, con 80% de población blanca y la gente de color representaba poco menos del 15%.
Estar en una nueva escuela y ser capaz de estar cerca de niños de mi edad era emocionante y mi nueva aventura esperaba … Miré a mi mamá, había pasado los últimos 3 años corriendo en las guarderías, ayudando mientras ella trabajaba.
Eso, se había convertido en nuestro pequeño ritual, ella me despertaba a las 5 am todos los días para ayudarme a prepararme para el día que tenía por delante, algunos días ayudaba a hacer tortas para mi papá que estaba tratando de recuperarse con una pequeña siesta después de llegar a casa de trabajar en la construcción todo el día, a veces eso significaba regresar después de una jornada laboral de 12 horas en la construcción.
Siempre comenzaba de nuevo al día siguiente con una sonrisa, le daba un beso de despedida a mi mamá y salía por la puerta con su comida. Nosotras continuábamos empacando la bolsa de pañales y la lonchera de mi hermano menor para dejarlo en la guardería del vecindario, lugar popular para las otras mamás que trabajaban durante 12 o 13 horas en otras guarderías.
Mi mamá también me miró y sonrió, apretó mi mejilla y entramos, buscamos el escritorio con mi nombre escrito; ¡Caminamos por todas partes y finalmente lo encontramos! Me senté, me dio un beso y se despidió mientras salía por la puerta.
Cuando comenzó la clase y avanzó el día, estaba perdida y confundida, no entendía nada, todos hablaban inglés, había practicado un poco con mis padres, pero nada me preparó para el nivel de dominio que estos niños tenían.
Después del almuerzo regresamos a clase y nos presentamos… era mi turno y me quedé sin palabras, mi cara se puso roja y mis ojos se llenaron de lágrimas, la maestra Sra. Doughan, sin empatía, me regañó, tome mi asiento y esperé a que sonara el timbre.
Durante el siguiente año, ella me exhibió a mí y mi falta de conocimiento en el idioma inglés, pero mi mamá, que sabía tanto como yo, se sentó conmigo todos los días después del trabajo y me enseñó el alfabeto y frases comunes.
Al cabo de 12 años, adquirí fluidez en el idioma e incluso ayudé a traducir reuniones de padres y maestros, también ayudaba a mi mamá a pedir comida y hasta concertar citas con el médico. Me convertí en su voz.
En 2012, el presidente Barack Obama abrió la inscripción para un nuevo programa que beneficiaría a los niñas y niños que llegaron a Estados Unidos cuando eran menores y que no mantuvieron un estatus legal. Se trataba del programa DACA, Deferred Action for Childhood o en español Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, al que nuestro entonces abogado me recomendó aplicar y aprovechar esta oportunidad.
Envíe mi solicitud, me aceptaron y a los pocos meses recibí mi permiso de trabajo, desde ese año he tenido la oportunidad de continuar en la escuela y seguir trabajando, pero no ha sido fácil.
Ser DACA o Dreamer como suelen llamarnos, en una gran oportunidad, sin ninguna duda, pero también es complicado, desde el 2012 he tenido que renovar mi permiso de trabajo cada dos años, y cada semestre de la escuela tengo que llenar una solicitud para que no me cobren como estudiante extranjero, que es casi lo doble y solamente cubre los primeros 5 años de la universidad.
Además, la mayoría de los dreamers, hemos tenido que sufrir el no poder convivir ni conocer a nuestra familia en México al no poder regresar.
Muchos de nosotros tenemos hermanos y hermanas que ya nacieron en Estados Unidos, ciudadanos americanos que gozan de los privilegios de ser estadunidenses, por supuesto que nos alegra muchísimo, los adoramos, pero es muy difícil ver cómo pueden viajar entre países, conocer familia, estudiar sin tener que llenar formularios o no tienen que esperar a que llegue el permiso de trabajo y vivir libremen
En 2018 se abrió una gran oportunidad en mi vida cuando me ofrecieron entrevistarme en el Consulado Mexicano en Orlando, ya que estaban en busca de un beneficiario de DACA que quisiera unirse al equipo. En ese momento yo estaba en la escuela preparándome para ser bombera, pero eso cambió rápidamente cuando recibí una oferta de trabajo del consulado.
Toda mi vida había sabido solo lo que en Estados Unidos me enseñaron, dejé de lado mi cultura y herencia, pero poco a poco estoy retomando, recordando y reaprendiendo esos aspectos de mi vida ya que tuve la oportunidad de moverme por cada departamento aquí en el consulado.
Comencé en Asuntos culturales, lo que me permitió aprender sobre historia y promoción de México aquí en Florida, estuve en Documentación donde apoyé a connacionales, aprendí los requisitos para cada trámite que se ofrece y actualmente me encuentro en el departamento de protección donde superviso varios procesos legales, uno de los cuales es DACA.
He supervisado el programa y apoyado con los trámites a otros jóvenes como yo durante los últimos 2 años, en la administración del Presidente Trump fue muy difícil debido a la inconsistencia del programa y los constantes cambios, causando un sentimiento de inestabilidad dentro de la comunidad DACA.
La gran incertidumbre es que el programa DACA puede desaparecer en cualquier momento, poniendo la vida de millones en peligro de deportación. Miles de personas que ya han creado familias, negocios y, lo más importante, su vida está en Estados Unidos.
Estoy muy comprometida, pues mi trabajo me permite ayudar a soñadores como yo a renovarse o inscribirse en el programa; Luchamos constantemente para que todas y todos tengan igualdad de oportunidades. Estoy muy agradecida por ser portavoz de muchísimas comunidades y estoy muy orgullosa de ser DACA.