El ser parte de algo que es difícil ver pero que sentir, es extraño, pero a la vez es una sensación única; el simple hecho de saber que eres parte de otra cultura, otra región, otra patria, debe sentirse ¡Wow!
Se puede amar a dos países, a varias regiones, a muchas culturas y eso es lo que los jóvenes del Programa de Inmersión Cultural y Voluntariado 2021 han hecho desde que sus familias les platicaban de México y ahora que ya lo conocen.
Muchos de ellos me platicaron que no tienen claro hacia donde irán, pero no se quedan con los brazos cruzados, decidieron participar en el programa para saber realmente quienes son, de donde vienen y así ver a donde llegarán; chicos que por ser curiosos o traer en la sangre esa alegría mexicana los catalogan como “no hará nada de su vida” o “es joven, aún ni sabe dónde está parado”, pero que desde muy niños son aguerridos, trabajadores y como decimos las y los mexicanos: “soy chingón y no me rajo”. Chicos que aun teniendo mejores condiciones de vida que sus padres son humildes, agradecidos, y tienen un fuerte sentimiento por querer ayudar a nuestras comunidades mexicanas en sus países, ayudar a nuestros paisanos como ellos dicen.
Al estar con ellos me di cuenta que mucha gente que tenemos la fortuna de tener la cultura de México en nuestras manos, no la admiramos, no la disfrutamos como se debe.
Cuando me tocó ir a dejar al primer grupo de chicas y chicos al hotel donde se hospedaron por cuatro días, en el camino una de las estudiantes sostenía una video llamada con uno de sus familiares, pero yo veía que no hablaban, no entonaban una sola palabra; no tenía la cámara frontal, sino que le estaba mostrando todo el recorrido que realizamos del aeropuerto hasta nuestro próximo destino, ahí caí en la cuenta de que cuantos de nosotros, las y los mexicanos que se encuentran lejos de su país, México, darían algo por estar de nuevo aquí… de disfrutar una gordita de chicharrón, unos tacos, elotes y esquites con mayonesa, limón y un poquito de chile del que pica.
Me dio nostalgia en mi propia tierra, pero a la vez quise hacer que la estancia de estas chicas y chicos en la Ciudad de México fuera maravillosa, que se sintieran como en casa y que pudieran recobrar una pequeña parte de las historias que sus familiares les han contado desde niños sobre cómo es México, ya que por esas historias tuvieron la suficiente motivación para decidir participar en el programa.
Sé, que algunos no están acostumbrados a todas las diferencias que hay entre Estados Unidos, Canadá y México, pero he sido testigo del esfuerzo que hacen para integrarse a nuestra cultura, ahora también su cultura.
Yo, como joven mexicana y que he tenido la fortuna de participar en un evento como este desde la parte organizadora, me sorprendo al ver que chicos y chicas de mi edad puedan visualizar México de una forma tan linda; el ver su interés por las lenguas indígenas, el dar un paseo por Xochimilco en trajinera y admirar la fauna y flora del mismo, el ver su emoción por nuestra historia recorriendo el Castillo de Chapultepec, el Museo de Antropología, las ruinas de Cuicuilco; el darse un baño de barrio recorriendo y visitando una de las Alcaldías más nombradas y conocidas de la CDMX, Iztapalapa y ver lo conmovidos que estaban cuando la gente los recibía con tanto cariño no tiene precio y sacar el estrés con la acción de las luchas libres, viendo cómo se divertían gritándoles a los luchadores que se esforzaban por dar un buen show.
Creo que se la están pasando muy bien, me han escrito que están disfrutando todo lo que el Programa les ha brindado y todo el apoyo que el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, los aliados y el gobierno les ha dado.
Sí, tal vez están jóvenes; sí, tal vez parezcan turistas; sí, tal vez no conocen México, pero de algo estoy segura y me lo demostraron en estos pocos días que conviví con todos ellos, tienen la sangre mexicana, el ánimo de ayudar a su comunidad, de aportar algo del tanto tiempo que han estado ausentes, de dar ese amor que sus padres han expresado por México y sobre todo, tienen esa humanidad y sensibilidad que caracteriza a nuestra gente donde quiera que estemos, sin importar etnia, sexo, edad o nacionalidad; ese ánimo de apoyar al prójimo.
Ellas y ellos me aceptaron de una manera muy linda, sólo porque estuve en su ingreso a esta nueva aventura y bonita experiencia de inmersión, y ahora, hasta ellos me brindan su calidad humana, su aprecio y sus palabras:
“Cuando regrese, nos vamos a conocer los lugares aquí en México que no has podido visitar, yo te llevo” me dicen; que me abracen diciéndome “gracias” y en serio, eso en lo personal habla mucho, me dice que todo lo que se está haciendo tiene y tendrá frutos muy valiosos y significativos para todos.
Me llamo Miriam Serrano y formo parte del equipo del IME que preparó y organizó el Programa de Inmersión Cultural y Voluntariado para Jóvenes estudiantes de origen mexicano y al igual que a las y los participantes para mí, ha sido una experiencia cultural, histórica, emocionante, emocional y satisfactoria; les agradezco por hacerme ver una nueva perspectiva de lo maravilloso que es ser orgullosamente mexicana.