“Yo también quiero triunfar” retumbaba en mi cabeza despierto y dormido, ser exitoso desde la nobleza, desde el mismo significado del éxito, dejar un legado en esta tierra para mi familia, esa es mi motivación principal y mi motor para continuar.
Apasionarme por servir ha sido el cimiento y plataforma de despegue para tomar acción y decretarme el mítico “si se puede”. Al final lo que nos cambia radicalmente la existencia es el concepto de la decisión, es un instante en el que decidimos dar un paso, un salto al vacío para emprender un ciclo formativo en lo profesional y en lo personal. Una decisión que me cambió la vida y me transformó en la persona que soy hoy.
Como entrenador que iba iniciando su carrera profesional en 1ra División en México, fui asistente en 2 ocasiones y colaboré activamente en diferentes roles y etapas en otros proyectos en diferentes divisiones. Pasé por todo el proceso de desarrollo tanto en los estudios y la preparación académica como en el desarrollo en las horas vuelo y prácticas en la cancha desde el 2008 hasta el 2015.
El panorama de crecimiento y de mejora era muy ambiguo y muy desalentador, y el tiempo apremiaba.
Las oportunidades que se les dan a los entrenadores de mi perfil en México eran y son escasas de acuerdo con el parámetro de realización personal, soy un entrenador que no tuvo una carrera como jugador resaltante ni relaciones públicas deportivas suficientes para dar pasos acelerados, además no tengo una historia generacional en el gremio futbolístico.
Tenia que poner en marcha mi propio plan de acción y generar mis posibilidades creando mi propia realidad, pagando un precio más alto del esfuerzo y aguante, por lo tanto, me puse a trabajar en ello desde mí, desde adentro.
Según un estudio del departamento de psicología en la universidad de Scranton en Pennsylvania, solo el 8% de la gente llega a cumplir sus propósitos y esto apunta a un elevado índice de no realización y no cumplimiento de las metas.
En mi caso, puse mi mente fría y mi corazón caliente, organicé mis pensamientos y me fije una estructura de cómo llegar al éxito, decidiendo que mi corazón apasionado por mi profesión fuera mi guía en momentos de incertidumbre.
Nunca aplace mi plan, no les deje a otros la responsabilidad de mis resultados; mis buenas intenciones y mis emociones debían de ser controladas por una disciplina mental y estructural que me diera resultados cortos pero sólidos.
Genere vínculos para darme a conocer, que supieran quien era, lo que hacía y cuánto talento poseía.
Un buen día, Adriana Verategui, una compatriota tal y como debe ser, me dio la mano y me presentó a su esposo, el empresario futbolístico Martin Prest. En ese momento surgió la posibilidad de emigrar a Malasia, Johor Bahru un lugar mágico, mi casa, mi hogar donde he pasado los últimos 6 años al lado de mi maravillosa esposa e hijas, viviendo literalmente un cuento de hadas, un escenario que yo visualice y que imaginé siempre, pero no sabía ni cómo ni cuándo lo alcanzaría.
La oportunidad que me brindó el propietario del Club Johor Darul Ta’zim, HRH Tunku Makota Johor , Tunku Ismail ha sido el apoyo más significativo en esta aventura profesional, junto con su maravillosa familia y colaboradores que me han hecho la vida mas sencilla.
La implementación de nuevos hábitos en mi vida y lograr cosas que nunca había logrado requirió de mucho esfuerzo, logré cruzar mis límites pasados que sin duda son los que no me permitían avanzar como yo quería y detenían mi proceso de crecimiento experimental.
Existe un fenómeno en México y creo que también en muchos otros países el cual debemos erradicar y suplantar con algún otro mas enriquecedor.
En algún momento, llegué a pensar que este lugar era para alguien más, que otra persona merecía más ese éxito que yo. Hubo tropiezos, decepciones y muchas caídas. Decidí no escuchar los miedos de los demás que hablaban más de ellos que de mí.
Olvidé la recompensa y el premio a mi esfuerzo y me enfoqué en motivarme diariamente, a hacer lo mejor posible, entrené mi mente para no pedir más del futuro si no hacer más en el presente.
Hoy, después de dejar mi México querido con mucha tristeza, pero con más alegría de visualizar lo maravilloso que podría venir, me siento orgulloso de darle a mi país algo de regreso, sabiendo que algún día regresaré a disfrutar de mis raíces desde otro lugar.
Hemos ganado 7 campeonatos, participado en 4 ediciones de la Champions League de Asia (de la Confederación Asiática De Futbol), hemos logrado romper records de victorias, goles anotados, identidad de juego, hemos generado una cultura ganadora en la Súper Liga de Malasia, me encuentro en el mejor Club del sureste de Asia y uno de los mejores del continente.
México y mi Bandera se han colocado mediante Benjamín Mora en un lugar excepcional donde se respira éxito.
Soy un hombre pleno, un padre de familia feliz, un esposo orgulloso y un mexicano chingón.
Estoy seguro que muchos compatriotas comparten mi historia y mi estado mental y emocional ante la vida, un sistema de creencias al que tenemos que darle forma para que juegue a nuestro favor y superar cualquier tipo de obstáculos.
Citando a Viktor Frankl, “cuando no somos capaces de cambiar situaciones nos encontramos con el desafío de cambiarnos a nosotros mismos, a un hombre le pueden robar todo menos una cosa: la elección de su actitud ante cualquier tipo de circunstancias”