En la historia de las relaciones de México y Francia hay periodos y sucesos poco o nada conocidos para los ciudadanos de cada país. Es el caso de las intervenciones francesas en México pero también de cómo se dieron los intercambios diplomáticos durante la Segunda Guerra Mundial. En este último contexto, por ejemplo, se desarrollaron una serie de eventos dignos de una novela y hasta de alguna película hollywoodesca. En ellos, el protagonista más importante termina siendo Don Gilberto Bosques, un personaje fuera de serie que sigue, desafortunadamente, sin ser reconocido a la altura de su labor para bien de la humanidad.
Gilberto Bosques Saldívar: un revolucionario internacional.
Don Gilberto Bosques nació un 20 de julio de 1892 en Chiautla de Tapia, Puebla. Bosques tuvo, desde muy joven, la plena convicción de que la educación era esencial para lograr la transformación del país y por ello se destinaba a ser maestro.
Sin embargo, su temprana adhesión a la causa revolucionaria lo llevaría por otra senda. Su cercanía con el General Cárdenas hace que éste, considerándolo un hombre de toda su confianza, lo nombre Cónsul de México en Francia en 1938, con una encomienda particular: apoyar a la ya fragilizada República Española y organizar la salida de miles de españoles en exilio hacia América Latina y en particular a México.
Ante la paulatina degradación de la situación y al ver el riesgo que corrían todos los opositores al nazismo, Don Gilberto decide ampliar sus atribuciones y realiza acciones diplomáticas y organizativas que le permitieron salvar a más de 30 000 personas amenazadas por ser judías o por oponerse a los regímenes fascistas en sus respectivos países.
Aunque algunas personas lo llaman a veces el Schindler mexicano, la realidad es que Schindler debería ser llamado el “Bosques alemán”.
Dentro de la enorme lista de personas que pudieron escapar gracias a la labor de Don Gilberto y de la Legación Mexicana se encuentran por ejemplo la gran escritora alemana Anna Seghers y toda su familia, así como el escritor Max Aub quien posteriormente se naturalizaría mexicano.
En 1942 a la ruptura de relaciones entre Alemania y México, la Gestapo detiene a toda la Legación Mexicana instalada en Marsella y son enviados a un hotel prisión en la ciudad alemana de Bad Godesberg. Bosques y su familia fueron intercambiados contra espías alemanes dos años más tarde con un retorno emotivo y triunfal en la estación ferroviaria de Buenavista en marzo de 1944.
Más tarde, Bosques continuó rescatando republicanos españoles desde la embajada de México en Portugal y salvó la vida de Fidel y Raúl Castro durante su estancia como embajador en Cuba.
Evidentemente, sería imposible resumir en unas líneas la vida extraordinaria de un personaje como Don Gilberto, cuya labor apenas está empezando a ser reconocida tanto en México como en Francia.
En 2010 la directora de cine Lilian Libermann, quien tuvo la fortuna de asistir al aniversario 100 de Don Gilberto, y a raíz de ahí empezar a entrevistarlo, realizó un extraordinario documental sobre esta parte de su vida y que les recomendamos ampliamente: “Visa al Paraíso”.
En 2015 Francia le dio su nombre a una placita en la ciudad de Marsella y se realizó un tiraje binacional de un sello postal conmemorativo.
La comunidad mexicana en Francia sigue, sin embargo, buscando que una calle de la capital gala sea bautizada con el nombre de este héroe mexicano.
Si el tema les interesa, además del documental “Visa al Paraíso” les recomendamos el libro de Gérard Malgat, “Gilberto Bosques. La diplomacia al servicio de la diplomacia. París-Marsella (1939-1942)”, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Vanilla Planifolia, México, 2013, así como la novela “Tránsito” de Anna Seghers, RBA libros, Barcelona 2005 y la novela “Aquellas horas que nos robaron, el desafío de Gilberto Bosques” de Mónica Castellanos, Grijalbo, México 2018.
Por Sergio Avalos
Escritor y politólogo, profesor de la Universidad de Paris Saclay
Cofundador de la Asociación Gilberto Bosques en París