El proceso migratorio supone la inmersión en una nueva cultura y representa en sí mismo un conjunto de factores estresantes como lo son: la separación obligada de los seres queridos, barrera idiomática, cambio de lugar habitual de residencia, pérdida de estatus social y marginación, discriminación percibida, precariedad laboral y económica, entre otros, que pueden afectar la salud mental de cualquier persona sometida a dicha experiencia. El malestar para las personas es mayor si las culturas (origen y receptora) son muy diferentes entre sí.
Dentro de la migración existen una serie de factores de riesgo que hacen a las personas más vulnerables a sufrir algún tipo de trastorno mental como lo es:
- Migración no planificada o por razones políticas.
- Algún trastorno mental previo.
- Experiencias traumáticas vividas.
- Incluso ser menor de edad o anciano.
A ello se suma que en ocasiones el sistema sanitario no reconoce adecuadamente estas situaciones ni ofrece la atención necesaria, suponiendo una nueva fuente de estrés para la persona.
En el caso de los menores y adolescentes (colectivo especialmente vulnerable), se ha demostrado que la exposición a la violencia durante el proceso migratorio es un factor de riesgo clave para sufrir trastorno mental.
Por lo que uno de los mejores aliados para tratar con los problemas de salud mental en la población migrante es la actividad física y el deporte.
Diversos estudios afirman que realizar ejercicio de forma regular mejora la calidad de vida de las personas ya que previene la aparición de ansiedad, depresión u otros trastornos mentales.
Beneficios del deporte para nuestra salud mental:
Al mejorar la condición física de nuestro cuerpo, la probabilidad de sufrir estrés o ansiedad es menor. Existe la hipótesis que algunos neurotransmisores se activan cuando efectuamos una actividad física. Por ejemplo:
- Serotonina. Eleva la autoestima y la confianza.
- Endorfina. Se segrega al realizar actividad física, favoreciendo la relajación.
- Oxitocina. Equilibra los vínculos emocionales y afectivos.
- Dopamina. Es el neurotransmisor del placer, que nos impulsa a seguir practicando deporte y superar retos.
Beneficios del deporte para el bienestar mental:
- Disminuye la posibilidad de sufrir ansiedad, estrés y otro tipo de trastornos mentales.
. Produce la liberación de las mismas sustancias que algunos fármacos, con lo que podemos reducir su ingesta.
- Fomenta la estimulación sensorial, ya que hay que prestar atención a lo que se está haciendo, a los compañeros de equipo, al entrenador, etc.
- Aumenta la destreza psicomotora.
- Permite un mejor autoconocimiento.
- La autoestima personal mejora, sobre todo al superar un reto.
- Ayuda a establecer un horario y una disciplina.
La actividad física es toda aquella acción en la que trabajan los músculos y que requiere energía; puede incluir las tareas laborales, hogareñas o las actividades recreativas. El ejercicio es un movimiento corporal planificado, estructurado y repetitivo que se realiza para mejorar o mantener el estado físico como lo es correr, levantar pesas, jugar al baloncesto, entre otras.
Si bien la actividad física y el ejercicio no son lo mismo, ambas brindan beneficios para tu salud y del mismo modo mejoran tu estado de ánimo.
Hacer ejercicio durante 30 minutos o más al día de tres a cinco días a la semana puede mejorar significativamente los síntomas de depresión o ansiedad, sin embargo las pequeñas cantidades de actividad física, de tan solo 10 a 15 minutos a la vez, también pueden marcar la diferencia.
¿Cómo comienzo a sentir motivación y permanecer así?
- Busca algo que te resulte placentero. Decide cuáles son las actividades físicas que harías con mayor probabilidad. Por ejemplo, ¿qué es más probable, dedicar un rato a la jardinería por la noche, empezar el día saliendo a correr o jugar al baloncesto con tus hijos después de la escuela?
- Obtén el apoyo de un profesional de la salud mental para que te brinde orientación. Analicen un programa de ejercicios o una rutina de actividad física que se pueda adaptar a un plan de tratamiento general.
- Establece metas razonables. No es necesario que tu misión sea caminar una hora cinco días por semana. Piensa en términos realistas sobre qué es lo que puedes hacer y comienza de manera gradual. Adapta tu plan a tus propias necesidades y habilidades.
- No pienses en el ejercicio o en la actividad física como si fueran una obligación pues podrías asociarlo con un fracaso. En cambio, considera tu programa de ejercicios igual que consideras tus sesiones de terapia o tus medicamentos: como una de las herramientas que te ayudarán a sentirte mejor.
- Descubre qué es lo que te impide ser físicamente activo. Si te sientes cohibido, por ejemplo, podrías hacer ejercicio en casa. Si cumples mejor tus objetivos con un compañero, busca un amigo para ejercitarse juntos o alguien que disfrute realizar las mismas actividades físicas que tú. Si no tienes dinero para gastar en artículos para hacer ejercicio, haz algo que no tenga costo.
- Prepárate para contratiempos y obstáculos. Celebra cada paso que des en la dirección correcta, sin importar qué tan pequeño sea. Si un día no te ejercitas, eso no significa que no puedas mantener una rutina Solo tienes que volver a intentarlo al día siguiente.