@EmbSaharauiMx
La Embajada de la República Árabe Saharaui Democrática en México cada año organiza un viaje solidario de mexicanos interesados en conocer la realidad del único país árabe hispanoparlante y que no solo nos unen históricos lazos de un pasado colonial común, sino también una rica tradición oral y un cúmulo de costumbres pre y poscoloniales que siguen definiendo nuestras costumbres y normas sociales.
La Embajada Saharaui en México, como lo ha hecho en el pasado, ha querido incluir dentro de las festividades del viaje al Sahara Occidental los festejos por el día de muertos al estilo mexicano, en parte porque coincide con las fechas del viaje y así lo mexicanos no se pierdan una festividad tan importante y por otro lado, para que los saharauis conozcan las costumbres de un pueblo hermano y generar el debate en torno a un tema sumamente sagrado para ambas culturas.
La historia del pueblo Saharaui como la del pueblo Mexicano es una historia también con la muerte, nuestro países fueron ocupados por España y curiosamente por los vecinos del norte nada más independizarnos e incluso antes, también en ambos piases hubo intentos franceses de dominación con todo lo que ello supuso de muertes. El Sahara Occidental sigue siendo la última colonia en áfrica y antes de la salida del último soldado español fue ocupada militarmente por Marruecos.
La muerte es demasiado seria para ambos pueblos, sin embargo, es un tema que adquiere tratamientos diferenciados y hasta singulares en cada caso. El pueblo Saharaui, es una pueblo beduino, dedicado en sus orígenes al nomadeo, entiéndase pastoreo y convivir en armonía con la inmensidad del desierto y sus exigencias, somos mayormente población musulmana, y el islam es una religión monoteísta que al igual que los mexicanos, creemos en un solo dios todo poderoso, por lo que las costumbres y nuestras creencias emanan de determinantes religiosas y también de usos y costumbres pre- islámicas que persisten en el tiempo.
Para los saharauis la muerte es tan sagrada como lo es para los mexicanos, pero que no llega a ser santificada y la diferencia estriba en el recuerdo de la misma y en cómo se festeja. Esta visión tan igual y tan diferenciada tiene raíces en la misma historia y creación de nuestros pueblos. El islam y el catolicismo han sido los últimos en moldear y matizar las formas en como revivimos o no a la muerte.
Para los saharauis y como lo reza un viejo refrán “la muerte es obligatoria, la deshonra no”, concebimos a la muerte como el obligatorio paso a una vida más plena, más eterna, como mismo lo estipula la religión y coincidiendo con la concepción mayoritaria de los mexicanos, ósea en lo sagrado y en lo transitorio, no así, en las formas de abordarla y menos como recordarla.
Aunque tenemos conciencia de lo efímero de la vida y de lo inevitable de la muerte, aun así, se le teme, se le respeta y ante ella solo caben oraciones por las almas de los difuntos y la resignación. Incluso en la cultura saharaui una de las importancias de la familia es precisamente tener a quien reza por el eterno descanso del difunto.
Como casi todo en nuestra sociedad el duelo de la muerte en el Sahara Occidental es también colectivo, normalmente la sociedad acompaña a la familia del difunto, no solo con el pésame, sino también con el entierro y más allá del mismo con sus oraciones y alabanzas. No olvidar que estamos hablando de un campamento de refugiados en medio del desierto y las condiciones de vida son difíciles y donde hasta el agua escasea y por ello el acompañamiento va en todos los detalles, desde cavar la tumba hasta preparar el té para los visitantes que vienen al pésame, como leer el Corán y rezar plegarias por el eterno descanso, son consecuentes al duelo que también es social, donde incluso se reduce el ruido y hasta hay música en las casas en acompañamiento.
El entierro entre los saharauis ha cambiado muy poco o casi nada en la historia, el ritual es relativamente sencillo, los saharauis enterramos directamente en la tierra, después del lavado según la costumbre y forma musulmana y se le envuelve en tela o sábana blanca perfumada y de ahí se lleva directamente al cementerio que consiste en un lugar de tierra respetado y dedicado como tal.
Cuando la comunidad sabe de alguna muerte o vislumbra movimientos en el cementerio normalmente se acerca a ayudar en cualquier cosa, cavando o preparado el entierro y todas las formas de acompañar son formas de duelo recompensadas por dios según nuestra religión y cultura. Por ello son importantes y hasta se vuelven un rito que incluso va más allá de la relación con el difunto y su familia. Los muertos en el Sahara Occidental no son velados, generalmente son enterrados el mismo día del fallecimiento salvo excepciones.
En las costumbres saharauis existen las visitas a los cementerios y en recuerdo a los difuntos, todas las visitas deben ser guiadas con las oraciones por sus almas y sobre todo deben ser una forma de meditación sobre lo efímero que es la vida y lo importante de consagrarla a hacer el bien, pues es el único recuerdo perdurable.
Por todo esto y más, era muy importante el debate sobre cómo ven los mexicanos a la muerte, como la viven, como es su duelo, de ahí la importancia de que los mexicanos nos cuenten in situ y sobre todo de que no pierdan su costumbre. Este año como también se hizo en viajes anteriores, fue dedicado a la memoria de ilustres mexicanos y mexicanas que han consagrado su vida a que nuestros dos pueblos se conozcan mutuamente, incluso hasta la muerte nos une, no solo por percibirla de forma similar, sino también en el dolor nos acompañamos.
Miles de mexicanos y de saharauis han muerto por el ideal de independencia y libertad de nuestros pueblos, por ello el martirio es el estandarte superior de la muerte, es la muerte a conciencia por un noble ideal, por una causa justa. Según la religión, quien muera en defensa de su hogar (país), de su familia o de sus bienes, es un mártir y en la cultura saharaui el martirio tiene implicaciones más allá de la muerte, pues no es lo mismo ser hijo de un mártir que no serlo, ser difunta de un mártir a no serlo, ser familiar de un mártir a no serlo, llevar el apellido de un mártir a no llevarlo, el respeto a la consagrada conciencia por el bien común es también superior.
México es un país con el que no solo nos une un pasado colonial común, así como una valiente lucha por la independencia, sino que nos une incluso hasta la muerte y el entierro. Por ello en esta ocasión hemos querido recordar a los difuntos que dieron sus vidas por que México y el Sahara Occidental se conozcan aún más, se consagren en eterna amistad y nos hicieron ver cuan semejantes somos, cuan cerca estamos uno del otro y en el empeño, dieron sus vidas.
La ceremonia se celebró en dos momentos, uno en las dunas de Dajla que fue mismo día 2 de Noviembre y en presencia de delegaciones especialmente de españoles e italianos que se acercaron a ver la ofrenda donde no faltaron los típicos adornos de día de muertos mexicanos, la flor de Cempasúchil traída desde México para la ocasión, así como calaveras y adornos que acompañaron a las fotos de los difuntos y familiares. También se dio una breve explicación del significado del día de muertos para los mexicanos. El siguiente día y ya de vuelta en casa se volvió a instalar el altar y se acompañó con una cena mexicana: tortillas, pollo con mole, frijoles, sopes y hasta una rico Téjate, bebida a base de Maíz y Cacao típica de Oaxaca.
Además de los familiares difuntos de los viajeros, recordamos al difunto Dr. Jesús Contreras, ex profesor de la UNAM, fundador de los estudios sobre África en la alta casa de Estudios en México y que fue junto con otros ilustres mexicanos fundador del primer comité de solidaridad Mexicano con el pueblo Saharaui y además escribió uno de los primeros libros sobre el Sáhara: “La independencia del Sahara Occidental”, también recordamos al gran dramaturgo y escritor Mexicano Víctor Rascón Banda que fue presidente de la sociedad de autores Mexicana y de la Asociación Mexicana de Amistad con República Árabe Saharaui (AMARAS) hasta su muerte.
Virgilio Caballero fue otro de los mexicanos que estuvieron presentes en el sencillo pero emotivo homenaje, un hombre que también presidio AMARAS y fue de los pocos periodistas que han podido cubrir la guerra en el Sahara con sendos reportajes para el canal 11 y que ha hecho que los mexicanos conozcan la realidad saharaui. Desde el poder legislativo presidió el grupo de amistad parlamentaria entre México y la República Saharaui. Virgilio sigue presente en el Sahara Occidental pues su última voluntad fue que sus cenizas fueran esparcidas por el Sahara Occidental liberado y así lo cumplió la familia con la ayuda de la Embajada Saharaui en México. La escritora investigadora, docente y teórica feminista ítalo-mexicana, Francesca Gargallo que también visitó los campamentos de los saharauis y ha escrito sobre la cultura Saharaui, en especial “Saharauis: La sonrisa del sol”. Estuvo también presente con su eterna sonrisa y su amor por la cultura y especialmente por la valía de la mujer Saharaui.
Héctor Delgado, periodista de Uno más Uno, estuvo en el recuerdo también, junto con toda la cobertura que dio Virgilio y los periodistas del medio, así como nuestra querida amiga que también dedicó buena parte de su trabajo a defender al pueblo Saharaui y a dar a conocer nuestra realidad en México. Todos ellos mexicanos que nos permiten ver que tan cercanos estamos. A su vida y sobre todo a su memoria vaya el sentido homenaje y a través de ellos, a todos los mexicanos que día a día luchan y viven por que nos sigamos conociendo mucho más.
Desde el Instituto de los Mexicanos en el Exterior, agradecemos a la Embajada de la República Árabe Saharaui Democrática en México por compartirnos este hermoso artículo lleno de tradición y unidad de nuestros pueblos.