@luisgure
Desde hace muchos años existen las comunidades mexicanas que residen en el exterior. Sin importar el lugar, han ido creciendo y fortaleciéndose. Se han construido al compartir territorio, idioma, gastronomía, el sentido de nación, costumbres, creencias, tareas, roles, tradiciones, necesidades, intereses, objetivos, compromisos, convivencias sociales, cultura, una misma visión del mundo, una educación que se transmite de generación en generación, y claro, hasta los problemas. Entre las comunidades mexicanas más fuertes encontramos la que radica en Estados Unidos. Tienen causales profundas y superficiales que propician la unidad y enriquece la interacción entre nuestra gente de aquí y de allá.
Hacer comunidad en el país donde residimos es crucial, sobre todo cuando se trata de defender derechos y conquistar beneficios de carácter familiar, social y educativo. Sobran ejemplos de comunidades que han triunfado o sobresalido en términos de unidad. La solidaridad entre sus integrantes se hace más notoria cuando la comunidad brinda apoyo al migrante recién llegado y a la familia; o cuando despunta un caso de éxito individual que proyecta al país y a sus ciudadanos en términos de orgullo.
Están también los ejemplos de otras comunidades como la judía; la libanesa; los sijs y la irlandesa, entre otras. La historia nos remonta a la diáspora irlandesa en Estados Unidos, cuyos primeros migrantes procedían de regiones, ciudades y pueblos en los que socializaban con anterioridad y mostraban un nivel de solidaridad fraterna al residir en otro país. De la misma manera, podría mencionarse a los ingleses de Cornwall que llegaron a los pueblos mineros mexicanos, pero los ejemplos abundan.
La Comunidad Mexicana es fuerte en cualquier lugar y apoyamos su empoderamiento, incluyendo el de la más numerosa, que está del otro lado de la frontera. Muchas veces la unidad de la diáspora se da de manera natural y genera puentes robustos entre las personas de un mismo lugar de origen, creando así unidad transnacional de beneficio mutuo. Ha sido y es una realidad para los mexicanos.
Para las casi 40 millones de personas de origen mexicano o nacidos en México que residen en Estados Unidos, el tema migratorio es un hilo conductor de solidaridad y afecto; como lo es la búsqueda y obtención de un trabajo.
Por eso, el Instituto de los Mexicanos en el Exterior trabaja en tender puentes para el creciente empoderamiento de la comunidad mexicana en ese país a través de los servicios que ofrece la VENTANILLA de asesoría financiera, ya convertida eh herramienta clave para hacer que hombres y mujeres conozcan las maneras de emprender un negocio exitoso en ese país.
En los Consulados de México en EUA contamos con espacios de manera integral para difundir información y brindar orientación sobre el acceso a servicios de inclusión y educación financiera de México y Estados Unidos. De ahí que impulsemos lo que nos beneficia y apoyemos lo que nos haga más visibles, unidos, y fuertes como comunidad.
Me resulta complicado poder ver con tanto romanticismo a la comunidad mexicana en muchos países, se habla de unión pero en realidad, a la mayoría de las mexicanas y los mexicanos en el exterior, no les interesa ese tema, no en balde, se ha dicho por años que no hay peor enemigo de un mexica, que otro u otra, las embajadas no hacen siquiera lo mínimo para fometar la unidad, el personal de las mismas y de los consulados, mayormente, no hacen más que vivir inmersos en una especie de sueño interminable, son contados quienes muestran interés, quienes verdaderamente miran de frente a sus paisanas y paisanos.
Iniciativas sobran, siempre sobran, pero soluciones viables, que verdadera y atinadamente ayuden a la diáspora mexica en el exterior, no existen más allá de informar y, generalmente, mal informar a las comunidades mexicanas en el exterior.
Hondear banderas de humo no es plausible en ningún caso o territorio, valdría la pena que el personal diplomático mexicano, se pusiera la camiseta los 365 días de cada año.