La construcción de un mejor vivir para las y los mexicanos en el mundo es prioridad para el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) y para el gobierno de México. Hoy por hoy buscamos crear un paradigma nuevo con la diáspora mexicana: tan solo en Estados Unidos hay 38 millones de mexicanos que día a día – y sin que nadie se los pida- defienden desde sus tradiciones, raíces, cultura y arte hasta sus tacos y quesadillas, su lengua y su acento. La fuerza de esta comunidad no tiene parangón con otra en el mundo.
Para orgullo histórico, los mexicanos cuando emigran no pierden los vínculos ni con sus familiares, ni con su barrio, sus amigos, su terruño o su país, y aunque los años pasen, la relación intrafamiliar sigue siendo intensa social y económicamente. Los mexicanos de aquí y de allá importan igual.
En Estados Unidos se hacen sentir y no solo por el volumen, sino por la trascendencia de su fuerza de trabajo. En los sectores esenciales de la economía estadounidense también estamos. Cifras oficiales indican que en 2020 la población migrante mexicana representó el 19.8 por ciento en el sector agrícola y el 11.7 por ciento en la manufactura de alimentos. Y todos ellos representan una fuerza importante al igual que los científicos, artistas, médicos, periodistas y artesanos, entre muchos otros que han destacado por sus propios medios y capacidades en el país que los acogió.
Cada vez más mexicanas y mexicanos desempeñan un papel mayor en el liderazgo de sus comunidades. Hace poco pude intercambiar ideas con dreamers y me impresionaron sus experiencias, su capacidad para influir y hacerse escuchar en todo tipo de asuntos. En el camino de estar cada vez mejor preparados para encarar el presente y el futuro estamos junto a los soñadores de siempre. Debemos procurar acciones para ayudar a los soñadores originales, los padres que tomaron el difícil camino de la migración buscando un mejor futuro para sus familias.
A lo largo de este año hemos adoptado medidas especificas para promover la integración de los migrantes en su país de residencia a corto y largo plazo, hemos fortalecido nuestros servicios a través de la red consular (una de las más grandes del mundo) y hemos emprendido y/o fortalecido programas de acceso a la educación, la salud, el empoderamiento, el emprendimiento, como otros relacionados con atención a grupos vulnerables, la educación financiera y el liderazgo.
Aún queda una enorme labor por hacer para robustecer la vinculación con los migrantes, ayudarles a integrarse – con todos los derechos- a las sociedades en las que residen. Debemos desarrollar estrategias para ayudarles a empoderarse; que su voz sea escuchada y para influir con plenos derechos en los lugares que han escogido para vivir.
Estos propósitos van de la mano dado que son pilares de la política exterior de México. Buscamos que cada vez más paisanos y paisanas tengan conocimiento y acceso a los programas existentes. Está en el horizonte y es compromiso permanente.